Con él eres una perra, apaleada y chillona,
no lo dejes entrar, aunque toqué con desesperación,
no quiere comer lo que hiciste,
no quiere morderte los labios suavemente,
no quiere escuchar explicaciones,
cierra la puerta y atiende con el oído pegado
a sus palabras, te ha dicho que los caminos están abiertos.
Para qué insistir, los mares no están cerca,
la cerveza está caliente y de la coca, ni una huella.
El abrazo más fuerte es un ramo de ortigas,
en el lecho las maravillas del mundo moderno
no edificaron una epopeya.
Y ves, sólo quedó un vaso roto,
una botella vacía
y un par de manos acariciando el jabón.
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